Alrededor del fuego había dos personas. Dos chicos.
- ¡Hola gente! Esta es Marina.
- Uhhhh, Marina, por fin te conocemos, Luis nos ha hablado mucho de ti, ¿sabes?- dijo el chico moreno.
Luis le echó una mirada y se calló.
- Marina, estos son Daniel y Fernando.
- ¿Quién es Daniel y quién es Fernando?- dije soltando una risita.
- Yo soy Fernando.- me dijo sonriendo el chico moreno.- soy guapo, encantador, inteligente,
y...
- Presumido, por lo que se ve.- dije sonriendo.
- Ja, ja, ja. No hace ni pizca de gracia. Iba a decir romántico. Y también me gustaría decir que soy tu chico ideal.
- ¿Mi chico ideal? ¿Desde cuándo?
- Desde este momento.
- Marina, Fernando está buscando novia, pero lo malo es que nadie le quiere.- dijo Daniel sonriendo.
Parecía que me iba a divertir más de lo que había pensado.
- Marina, siéntate y disfruta.
Me
senté, y al cabo de un rato llegaron más personas. Llegaron tres
chicas: Laura, Paula y Carmen. Estuvimos charlando, riendo, comiendo...
hasta que miré mi móvil para ver la hora y vi que eran las 1 de la
madrugada así que salí rápidamente hacia mi casa. Cuando llegué, abrí
con mis llaves y me encontré a mi madre que me soltó una bronca por no
avisarla de que iba a llegar tarde. Le pedí disculpas y me fui a mi
cuarto. Miré el teléfono fijo y vi una llamada perdida de Inma. Me
conecté con el portátil y la vi conectada.
- ¡Inma! ¡Por fin tenemos la oportunidad de hablar!
- Sí, ¡por fin
puedo conectarme! Hemos estado todo el día en el centro comercial. La
verdad es que el primer día no entendía el inglés casi, pero ya entiendo
mucho más. ¿Cómo van las cosas por allí?
- Muy bien. Lo paso mal sin ti, pero hoy me he encontrado a Luis por la playa y me ha invitado a ir con sus amigos.
- Entonces estás bien, ¿no?
- Sí, pero te hecho de menos. He visto que me has llamado.
-
Sí, en cuanto he llegado a la casa de mis abuelos. Tía, he conocido a
unos chicos guapísimos. Estoy con ellos casi todo el día y hay uno que
te gustaría mucho.
- Inma, lo siento pero no me puedo enamorar otra vez...
-
Me parece injusto que por culpa de un gilipollas, no puedas enamorarte
otra vez. Además, no todos los chicos son como él. Bueno, me tengo que
ir, tía, pasa de ese imbécil y disfruta de la vida. No tienes que estar
amargada por ese.
- Adiós Inma.
Inma se desconectó y yo
apagué el portátil. Me acosté pensando que tal vez Inma tuviera razón y
hubiera chicos dulces que te dicen por las mañanas “Buenos días
princesa”. Aunque pensándolo mejor, yo no quería a un chico que me
dijera eso, yo quería un chico que me desmotrara que me amaba sin tener
que decírmelo, simplemente, que yo lo supiera.
Me dormí pensando que mañana llamaría a Luis.
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