Las noticias- dijo Daniel mirándome a los ojos. Mis ojos se
perdieron en su mirada. Me quedé embobada y no pude contestar.- ¿Marina?
- Eh... ¿Qué?
- Que leo las noticias. ¿Te pasa algo?
- No, no. O eso creo. ¿Y qué, ha pasado algo interesante?
- Pues sí, mira.
Me acercó el periódico para que pudiera leer el artículo. Dijo mogollón
de palabras, palabras que no pude escuchar, porque mi mente estaba en
blanco. Demasiado tarde, su piel había tocado la mía. ¡¿Qué me estaba
pasando?! ¿Acaso me estaba olvidando de cómo eran los hombres? ¿Me
estaba olvidando de la depresión que tuve un tiempo por culpa de uno de
ellos? Pero... eso era imposible. Nunca podría olvidarme de todo el daño
que me hizo aquella persona. Tampoco quería recordar su nombre. Pero
Daniel era diferente. “¡Eso no lo sabes!” , pensé. Y era verdad. ¿Yo que
sabía? ¿Acaso lo conocía? No. No sabía nada de él. Yo no quería que me
pasara lo mismo. Pero el corazón ganaba estaba batalla. Mi mente me
decía que todavía no me había recuperado y ya estaba buscando otra vez
problemas, pero mi corazón me decía que Daniel, con sus preciosos ojos,
era diferente. No se había pasado ni una vez conmigo, era simpático,
amable... era perfecto.
- ¡Ya está la comida!- dijo Luis desde la cocina.- Hay que llevarse los platos al jardín.
- Vamos.- me dijo Daniel. Nos levantamos y fuimos a coger cada uno el
plato que era suyo, pero Daniel se adelantó y cogió los dos platos, se
giró, me miró sonriendo y echó a andar hacia el jardín. Allí estaba la
piscina, era enorme. Daniel dejó los platos en la mesa. Ese día no hacía
mucho calor. Miré mi móvil, eran las dos y cuarto. Llamaron al timbre.
- Marina, ¿puedes ir tú mientras Daniel y yo movemos la mesa para que no nos dé el sol?
- ¡Claro!- dije mientras me dirigía hacia la puerta.
La abrí y al ver quién era no pude evitar sonreír.
- Hola Marina, ¿qué tal?
- Hola, Fernando.- dije soltando una risita.
- ¿Puedo pasar?
- Pues no soy la dueña de la casa, pero hay norma.
- ¿Qué norma?
- No se deja pasar a desconocidos.
- ¡Ah! ¿Ahora soy un desconocido, no?
- Siempre lo has sido, pero bueno, voy a hacer una excepción.- dije abriendo la puerta y riéndome.
Al principio Fernando estaba serio, pero después no pudo aguantar la risa y empezó a reírse.
Nos fuimos juntos al jardín riendo. Cuando llegamos, Luis ya estaba
poniendo el mantel y los platos y Daniel estaba hablando por teléfono.
Se despidió y colgó cuando nos vio llegar.
- ¡Fernando!
- ¡Daniel!
Dijeron a la vez chocándose las manos.
- ¿Con quién hablabas?- preguntó Fernando.
- Con mi hermano.
- ¿Y por qué no está aquí?
- Para eso me ha llamado, para decirme que va a venir con su novia.
- ¡¿Tu hermano tiene novia?!
- Sí.
Estábamos todos sorprendidos, pero claro, yo menos, porque en realidad
no sabía ni que tenía un hermano. Al cabo de 10 minutos llamaron al
timbre. Abrió la puerta Luis. Nosotros estábamos en la piscina, y vimos
llegar a un chico moreno, con los ojos azules. Venía de la mano de una
chica morena de pelo ondulado por la cintura, era así:
- ¡Hola! Os presento a mi novia Austrid, es de Inglaterra y se mudó hace poco a este pueblo.
- ¡Hola!- dijo sonriendo.
- ¿Hablas mucho español?- le dijo Luis.
- Sí, bastante, mis padres me obligaron a aprender español antes de mudarme.
- Bueno, pues ya que estamos presentando, os presento a Marina.
- Hola, Marina.- dijeron Austrid y...
- ¿Cómo te llamas?- le pregunté al hermano de Daniel.
- Bruno.
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